A partir de los 40 años, la premenopausia afecta y supone una revolución hormonal que provoca ciertos síntomas físicos y emocionales. El cuerpo empieza a funcionar de otra forma: quema calorías más lentamente y eso te hace engordar nada más comer. ¡Estas son las nuevas reglas que debes poner en práctica ahora!
A partir de los 40 años, e incluso más de los 45, el control del peso tiene una fuerte motivación estética y un importante componente emocional. Y es que la disminución de hormonas femeninas está ligada a una reducción de la masa magra y un aumento de la masa grasa corporal, con el consiguiente aumento de peso, almacenamiento abdominal, aumento del colesterol y riesgo de diabetes tipo 2.
Etapa de cambios
La grasa corporal, que es del 26% a los 20, sube al 33% a los 40 y al 42% a los 50. Y mientras en algunas mujeres hay un aumento de peso, en otras solo hay cambios en la distribución de la grasa. Esto no solo representa un factor estético, sino también riesgo cardiovascular y de diabetes.
Además, el exceso de peso afecta a las articulaciones que, en este tiempo, debemos tener especial cuidado, como los huesos, ya que la osteoporosis está al acecho. Pero no solo eso, las mamas también sufren un aumento del componente graso, lo que provoca un cambio de textura, tamaño y consistencia. Varios estudios han confirmado que los sofocos son más comunes entre las mujeres obesas o con sobrepeso. La mayor presencia de grasa periférica y visceral, así como el estilo de vida, son algunas de las causas.
En este caso, los andrógenos (hormonas sexuales masculinas que existen en las mujeres en pequeñas cantidades durante el período fértil, pero que aumentan durante la menopausia) juegan un papel importante. Dicho esto, no te preocupes, no todo son malas noticias, pues afortunadamente hay ciertos hábitos que te ayudarán a ganar la batalla con el tiempo y mantenerte tan bueno (o mejor) como siempre.
¡Tomar nota!
Adiós a (algunas) grasas
A partir de ahora conviene evitar en lo posible las grasas saturadas, tanto las de origen animal (ternera, cordero, cerdo, bacon, nata, mantequilla …), como algunas de origen vegetal (como la palma y los aceites de palma). ampliamente utilizado en conservas y repostería industrial.
Esto no quiere decir que tengas que renunciar a todas las grasas por completo, existen otras opciones mucho más saludables, como los ácidos grasos monoinsaturados que también te cuidan. ¿Dónde los encuentras? Sobre todo en aceite de oliva, pero también en aguacate, avellanas, pistachos …
Necesitas antioxidantes
Los antioxidantes son clave, ya que reducen los fenómenos de estrés oxidativo que aceleran el envejecimiento y ciertos problemas de salud. Para potenciar su presencia en la dieta, es necesario que tomes frutos secos con regularidad, ya que son fuente de vitamina E. Verduras (pimiento, tomate, zanahoria, calabaza …) y frutos amarillos (melocotón, albaricoque, melón) que proporcionar betacaroteno.
Sin olvidar las carnes magras, que, junto con los cereales integrales, son potentes antioxidantes. Por otro lado, también conviene vigilar de cerca los factores descalcificantes (que disminuyen el calcio), entre los que se encuentran el elevado aporte de sodio, presente en la sal común, el salvado de trigo y la cafeína.
Bebe mucha agua
Cuando bebemos poco líquido, nuestros riñones funcionan más lentamente y se acumulan más toxinas en nuestro cuerpo. Por ello, es fundamental beber al menos dos litros de agua al día, para mantenerse hidratado y evitar la temida retención de líquidos, que también aumenta con la edad. Si puedes, hazlo fuera de las comidas, obtendrás una mayor sensación de saciedad y, por tanto, ayudarás a reducir la ingesta posterior de calorías.
Cuidado con el estrés
Cuando estamos nerviosos, nuestro cuerpo nos pide que consumamos más alimentos grasos y azucarados, ya que estos activan las zonas de placer del cerebro y nos hacen sentir mejor. Pero no solo eso, el cortisol, una de las hormonas del estrés, también hace que acumules grasa, porque promueve el aumento de peso.
Por todo esto, es muy importante que la vitamina C esté presente en tu dieta y no solo para la formación de serotonina, sino también para otros neurotransmisores relacionados con el bienestar mental como la dopamina y la norepinefrina. ¿Dónde lo encuentras? En los pimientos, cítricos, kiwi y fresas. ¡Esencial!